sábado, 12 de septiembre de 2009

El Chivo expiatorio como defensa.


Buscar un chivo expiatorio es una forma de proyección. Asi como podemos tratar de hallar ahi fuera un Saturno bueno que proteja nuestra vulnerabilidad y debilidad, o culpar en el afuera a un saturno malo por causar nuestro dolor y nuestra inadecuacion, tambien podemos hallar un elemento en otro persona por el que podamos culparloa por los males del mundo. ASi estamos proyectando todo el drama interior de SAturno en objetos externos. ESto nos permite evitar cualquier sensacion de inferioridad personal, porque el fracaso aparece en el mundo exterior. Nuestro propios sentimientos de inadecuacion y privacion se vuelven una falla de la sociedad mientras que el culpable se convierte en un individuo, un grupo de individuos o un grupo racial o social que puede culparse por el fracaso. Esta es una defensa saturnina muy popular, porque al movilizarla evitamos por completo la conciencia individual de los problemas de Saturno. Entonces nos sentimos muy complacidos con nuestro altruismo, nuestra vision humanitaria, nuestra correcion politica, y nuestro compromiso desinterisado para mejorar el mundo.
Cualquier tipo de intento por convertir en chivo expiatorio a un grupo social, racial o religioso refleja inmediatamente un problema psicologico mas profundo, porque no existe algo como un grupo uniforme. Todo colectivo esta compuesto de indiviudos que varian enormemente en terminos de temperamento, de fortaleza y de debilidades. En el momento en que oimos generalizaciones aplastantes, tales como : "los negros son haraganes", "los judios son comunistas", "los irlandeses borraches", "los italianos no son confiables", estamos en presencia de un chivo expiatorio. Tambien estamos en presencia de un individuo -o grupo de individuos- que no soporta tener que enfretar sus propios sentimientos profundos de inferioridad o inadecuacion, y que trata de sentirse mejor vilipendiando a los demas. En el fenomeno del chivo expiatorio oimos una de las voces mas feas y marcadamente defensivas de Saturno.
A menos que conozcamos personalmente a todos los negros, judios, irlandeses o italianos, no podemos hablar de otra cosa mas que nuestra directa experiencia con unos pocos individuos pertenecientes a estos grupos. Y la experiencia personal en si misma es sumamente subjetiva, porque cada uno de nosotros tiene perjucios que reflejan su propio origen racial, nacional, o religioso diferente. Podemos hablar de las caracteristicas nacionales que se reflejan en la carta nacional de un pais, si es posible trazarla, pero esta describira, el tipo de gobierno en el poder y las aspiraciones y conflictos de la entidad nacional.
Quiza no seamos necesariamente racistas en nuestro intento por hacer de otro un chivo expiatorio. Por ejemplo podemos sentir desprecio por los que no tienen educacion e identificarnos con una elite intelectual. O podemos despreciar a los intelectuales e identificarnos con la clase trabajadora. Quiza sospechemos de aquellos que son introvertidos y serios porque somos sociables, o ridiculicemos a los que se visten descudiadamente porque aspiramos a estar a la moda. ES probable que condenemos a los que adoran a dios bajo un nombre diferente, o a los que tienen tendencias sexuales distintas a las nuestras. Quiza hagamos generalizaciones sobre el sexo opuesto sin darnos cuenta de que las cualidades que condenamos o de las que nos burlamos son marcadamente obvias en nuestro comportamiento inconsciente. Dentro de todo grupo de gente podemos elegir el tipo de individuo que, en cierta manera, sentimos que es inferior a nosotros o que nos resulta amenazante, y si pudieramos desahacernos de el, el mundo seria un mejor lugar. No es preciso que de demasiados detalles con respecoa a donde nos puede conducir esto si seguimos poco dispuestos a enfrentar nuestros aportes individuales a la busqueda colectiva de chivos expiatorios. El camino nos lleva al apartheid, a Auschiwtx, a Bosnia, y a otras atrocidades que nos hacen formular la pregunta de si, en verdad, merecemos la dignidad de que nos llamen humanos.

Barreras y Limites. Liz Greene.

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