miércoles, 31 de marzo de 2010

Mercurio como socializador por medio de mitos, prejuicios y esteriotipos compartidos.

Una persona sin ser neurotica puede tener un yo escindido por un contexto social pervertidor. Y esta escision facilita la realizacion de actos perversos cuando la cultura impone relatos de obediencia alienante. Nuestra aptitud para el panurgismo verbal nos aporta tantos beneficios cuando cedemos a él como perjuicios cuando optamos por olvidar que los relatos, los mitos, los estereotipos y hasta los prejuicios mas absurdos poseen un enorme poder de estructuración social.
Es díficil no someterse al psitaquismo - esa tendencia a recitar como loros los lemas cuyo sentido se nos escapa- porque el panurgismo verbal teje un lazo entre los que admiran al mismo jefe. Negarnos a repetir las frases breves que nos vinculan con el grupo que queremos equivale a aislarnos. Esta afectividad es la que refuerza la presion que se ejerce sobre el individuo para que de su conformidad. La sumisión intelectual brinda todos los beneficios de una religión, sea sacra o profana. Uno se siente bien entre la gente como él o ella, transciende y moraliza todos sus comportamientos, hasta los mas perversos. Los seguidores se callan. Eso es todo.

Las personas que toman su lugar con mayor facilidad en las sociedades rigidas coresponden a personalidades que no critican el orden establecido. Se aprenden de memoria las reglas del juego, no discuten sus valores y sencillamente se dedican con aplicación a subir peldaños.

Optar por la desobediencia exige tener la fuerza de sustraerse a la presión conformista del grupo. Basta con escuchar la orden del jefe, con dejarse llevar por los vecinos, y con recitar algunos lemas que legimitan el crimen. Uno no llega a ser normal impunemente, es algo que cuesta e incluso cuesta mucho. Cuando llegamos al mundo podriamos ser cualquiera pero para llegar a ser alguien debemos renunciar a todos esos otros que podriamos haber sido.

No hay comentarios: